jueves, 19 de noviembre de 2009

The Lie Complacency

Hace unos días leí en la prensa un artículo muy interesante sobre las mentiras (ver artículo).
Esto me hizo recordar algo que aprendí estudiando lógica matemática, y es que partiendo de una premisa falsa se puede demostrar cualquier cosa (si no se dice exactamente así, corregidme, que lo tengo muy oxidado).

Esto si lo trasladamos a la vida real con una absurdez del estilo "El libro es azul, así que los plátanos están sabrosos" no tiene mucho sentido. Pero, ¿y si lo hacemos con algo que de más el pego? Algo casi real... o algo lo suficiéntemente intrincado como para que parezca que lo que decimos tiene sentido...

Pues resulta que es algo que ocurre todos los días y delante de nuestras narices... ya que es exactamente lo que hacen los embaucadores. Dos ejemplos muy claros de embaucadores bien conocidos:

-En la vida política no hacemos más que ver como hay algunos que no hacen otra cosa que tratar de cubrir sus vergüenzas o desacreditar al contrario con enmarañadas patrañas. Y he dicho algunos, aunque todos tienen un poco de eso... porque no, no creo que sean todos iguales, esa es otra de las mentiras que a algunos les conviene que se crea...

-Las relaciones amoroso/sexuales están llenas de embaucadores tipo Barney (referencia a la serie HIMYM, si no la has visto, a que esperas!) acechando a chicas deseosas de creer en las mentiras que les cuentan. Y diréis... pero si un Barney se ve a la legua... error, un Barney solo es un buen Barney si las chicas creen que es un Ted (segunda advertencia, si no haces caso... luego no te lamentes).

Así que, sí... el mundo está lleno de embaucadores, pero aún no hemos hablado del más convincente de todos ellos: tu mismo.

Y es que el ser humano tiene la tendencia de mentirse a si mismo para maquillar la realidad. Esto en pequeñas dosis no es malo, como dice el artículo, ya que disimulando algunas de todas esas pequeñas cosas malas que tiene la vida, podemos ser más felices.

El problema viene cuando lo hacemos en cosas más importantes. Y no solo me refiero a las mentiras patológicas de alguien desequilibrado. Cualquiera de nosotros podemos, y de hecho lo hacemos, caer en mentiras autocomplacentes de calado.

En especial es muy fácil mentirse inconscientemente a si mismo para apoyar una línea de pensamiento, justificar una decisión o un hecho del pasado. Es entonces cuando entra en juego la premisa falsa que sostiene toda nuestra teoría. Y aparentemente tiene cierta lógica, pero en realidad es poco más que una excusa convincente.

Otro de los tipos de automentiras más habituales es como adaptamos/ignoramos/exageramos parte de la realidad para poder encajar en los clichés. Y es que todos tenemos la tendencia, unos más que otros, de vivir o imaginar que vivimos dentro de unos clichés, roles y situaciones determinados, que suelen venir condicionados por nuestro entorno cultural.
Yo personálmente tengo la costumbre desde hace tiempo de analizar las decisiones importantes más de una vez, y tratar de verlo desde el punto opuesto, ya que es la única forma de poder estar seguro de que estoy en lo cierto (aunque es verdad que a veces me cuesta un tiempo reaccionar).

Y gracias a esto me he salvado más de una vez de cometer un gran error, me he dado cuenta de lo equivocado he estado sobre un tema, o he reafirmado mis decisiones a pesar de que lo contrario pudiera parecer tener razones convincentes.

Así que mejor piensa las cosas dos veces y con clama... y ten cuidado de que tu propio yo no te engañe.

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