En la ficción últimamente parece que se han puesto muy de moda (igual es solo una apreciación mía) los Anti-héroes, personajes protagonistas de dudosa moralidad que a pesar de sus actos suscitan la admiración de la audiencia. Hablaré de dos de ellos en concreto.
Gaius Baltar: Es la razón de este post, pues alguien sugirió su nombre cuando pedí ideas para escribir. Por si alguien no lo conoce, es uno de los personajes principales de Battlestar Galactica, una de las mejores series de todos los tiempos bajo mi humilde punto de vista.
Se trata de un brillante científico-estrella mediática que se pasa toda la serie haciendo lo necesario para satisfacer sus intereses, que son básicamente sobrevivir, follar y apaciguar la voz de la preciosa cylon que tiene metida en su cabeza. No es que sea malo en si mismo, pero usa todos los medios necesarios, sin importarle el daño que pueda causar a los demás, lo cual le lleva a traicionar a la humanidad.
Pues a pesar de haber en la serie muchos otros personajes más nobles y merecedores de nuestra admiración, Baltar es uno de los más populares. ¿Será por nuestro oscuro deseo de realizar nuestros sueños sin importar el cómo o a quién afecte? ¿Será envidia? fascinación? pena?
El otro personaje del que quiero hablar es el que yo diría que es el anti-héroe por excelencia: Dexter Morgan, protagonista de la serie de mismo nombre, Dexter (que también fueron novelas anteriormente), más que recomendable.
Dexter es ni más ni menos que un asesino en serie, lo que lo hace especial es que se guía por un estricto código por el cual solamente puede asesinar a otros asesinos. Para llegar hasta ellos trabaja como forense en la policía de Miami, donde le es muy sencillo identificar a los criminales que escapan del sistema.
Al principio de la serie nos encontramos a alguien con una fachada aparentemente normal, pero que en su interior prácticamente carece de sentimientos. Y nos es imposible juzgarle mal, porque, está matando asesinos, y la historia nos deja bien claro que es una persona con un trastorno que le incita a la violencia, que ha podido reconducir a través del código inculcado por Harry, su padre adoptivo.
Lo que hace grande a este personaje es como poco a poco lo vemos crecer, abrirse, a través de sus relaciones con los más cercanos: su novia, su hermana y sus amigos.
Estos dos grandes anti-héroes de la ficción se sustentan en unos grandes guiones e interpretaciones de sus actores para hacer que el público nos sintamos tan atraídos por ellos. Pero también lo hace en nuestros innatos instintos de premiar el mal. Por mucho que nos empeñemos en negarlo, nos va la marcha, y entre todos creamos monstruos (grandes o pequeños) a nuestro alrededor que tienden a monopolizar el foco de atención y alimentarse de nuestra permisividad, fascinación o desidia ante el morro que le echan a la vida.
El problema es cuando algunos de esos monstruos crecen, y no los paramos a tiempo, y crecen más y se convierten en algo destructivo para los demás... Y lamentáblemente, esto ya no es ficción.