miércoles, 9 de diciembre de 2009

The Three Rules Expansion

Ale ya, te dije que lo pondría pronto. Como dices que lees mi blog, si quieres reclamar derechos de autor, manifiéstate, si no de momento eres anónimo.

Hace un tiempo ya... escuche a un amigo contar cuales eran las tres reglas básicas que había que tener en cuenta en esto de las relaciones. A mi me parecieron un poco drásticas (por decir algo), ya que siempre he tenido una concepción más romántica del asunto. Lo "gracioso" es que lo expuso en una reunión social, con su chica al lado escuchando impasible. Ok, no iba contra ella ni significa nada, pero un poquito más de tiento no hubiera estado de más...

Así que, como no me convencieron del todo, en esos días estuve meditando un poco y cree mi propia versión de ellas, algo más flexible y diría que más ajustada a la realidad. Pero como estando con pareja no es muy políticamente correcto soltarlo (no vaya a pensarse que va algo mal) y dio la casualidad de que justo a partir de ese día estuve un tiempo emparejado, y después se me ha pasado ponerlo... no llegué a publicar este post.

En este tiempo mis circunstancias y mi forma de pensar en ciertas cosas han cambiado, y puede que ahora sea mucho más escéptico al respecto, pero sigo creyendo que tienen la misma validez:

Primera Regla

Donde él decía "Nada es para siempre" yo matizo "Si no lo cuidas bien, nada es para siempre".

Hay cosas que si permanecen... pero solo si se cuidan. Si pensara que nada es para siempre, no me complicaría en ponerme ningún tipo de atadura con nadie... total, si se va a acabar seguro, mejor ser un Barney y no sufrir por eso, que ya hay muchas otras cosas por las que comerse la cabeza.

Segunda Regla

Él dice "Todo el mundo pone los cuernos" y yo amplío "Si hay necesidad y oportunidad, todo el mundo pone los cuernos".

Este es un tema complejo... depende mucho de la persona en cuestión: hay gente mucho más propensa a las infidelidades que otros... y después están las circunstancias concretas... Yo, por ejemplo, monógamo por ADN, tengo que reconocer que sí que lo hice una vez... (y luego me he alegrado, que se lo merecía). Lo que sí que es cierto, como dice mi regla, es que si hay necesidad (si descuidas íntimamente a tu pareja) y a este/a le surje una oportunidad apetecible... difícil es que se vaya a resistir por muy fiel que sea, que todos somos humanos. Así que cúrratelo un poquito, que no es tan difícil...

Tercera Regla

Venía a ser algo así como "no te lamentes, que ya te avisé de las dos primeras reglas", esta más o menos la mantengo... sería "si no te lo curras, luego no te lamentes de que se cumplan las dos primeras reglas".

En definitiva, que todas las relaciones necesitan algo de esfuerzo... si lo dejas estar, tarde o temprano... adiós.

lunes, 7 de diciembre de 2009

The Paper-Steel Dream (II)

Al desaparecer el fuego la tormenta se transformó en ventisca. Y el castillo se congeló a pesar de los muchos otros fuegos que los súbditos del Rey encendieron en él para conservar su calor. Todas las riquezas acumuladas seguían ahí, pero ahora yacían pegadas a las paredes y suelos por el frío hielo.

El Rey entró en una fase de tristeza como nunca antes le habían conocido. Poco a poco fue enviando la gente que servía en el castillo a sus casas, así como a sus caballeros:
-Aquí no queda ya nada valioso que proteger.
Y al cabo de un tiempo se vio solo viviendo en su enorme castillo congelado.

Uno de los reyes vecinos, viendo su debilidad, se lanzó a conquistar su reino. Cuando entró en él no tuvo resistencia alguna, así que en un suspiro llegó hasta el castillo. Al entrar se encontró al Rey cerca del trono, mirando sus tierras a través del ventanal. Se acercó a él y le dijo:
-Es hora de que me entregues tu reino, pobre infeliz.
El Rey, que llevaba su espada en la mano, la tiró al suelo y se acercó a él. El invasor se dispuso a darle la estocada final, pero cuando la afilada espada de acero toco su armadura, en vez de atravesarla se partió en dos, como si hubiera dado contra el más fuerte de los materiales. El Rey invasor, conmocionado por el milagro salió huyendo para no volver jamás.

Y así, invasor tras invasor, se fue sucediendo la misma historia una y otra vez. Aunque el misterio del reino helado ya era conocido en todo el mundo, la codicia hacía que los más incrédulos intentaran acabar con el Rey de hielo para controlar sus riquezas. Pero ninguno de ellos consiguió hacer siquiera una mella en la armadura del Rey, que, siempre impasible, parecía ser inmune a cualquier espada, lanza o ballesta que tratara de dañarle.

Un buen día un nuevo invasor entró en el castillo. Era una misteriosa figura que vestía un largo abrigo y cuyo rostro estaba tapado por una oscura capucha. Al llegar a la sala del trono, el Rey advirtió su presencia y se dispuso a repetir el ritual habitual:
-Haz lo que plazcas, pero pierdes el tiempo, aquí ya no queda nada de valor.
-Seguro que sí.
Dijo la misteriosa figura, con voz femenina, y de su abrigo sacó papel y una pluma de escribir. Ante la atenta mirada del Rey comenzó a escribir. Por sus gestos no parecían palabras preconcebidas, si no fruto de la improvisación. Una vez hubo terminado guardó su pluma y se dispuso a leerlo. Con una bella voz recitó el poema más bello que jamás hubiera escuchado el Rey, y cuando acabó algo mágico sucedió.

Las hojas se tornaron en acero formando una bella espada que la misteriosa figura clavó en el pecho al Rey. En vez de brotar la sangre, de la herida comenzó a salir fuego hacia la espada. Al sacarla la herida sanó y la misteriosa mujer colocó este nuevo fuego en el lugar que había ocupado el anterior.
-Tranquilo, no teme a las tormentas.
Después del milagro del acero de papel, y con la llegada del nuevo fuego, el castillo poco a poco se desheló y la vida y la riqueza volvieron a él y a todo el reino…

Es entonces cuando desperté, y recordé que en realidad el papel, por muy fuerte que sea, no se convierte en acero, y que el invierno sigue siendo frío. Así que me di la vuelta y me volví a tapar con la manta para tratar de volver a soñar.

viernes, 4 de diciembre de 2009

The Paper-Steel Dream (I)

El Sueño del Acero de Papel

Era un frío invierno y estaba hecho una bola bajo una manta y sin saber como, me quedé dormido y tuve un sueño.

El sueño era en un país de fantasía, de esos donde los colores son más brillantes, hay castillos, damas y caballeros. En él vivía un Rey muy querido por sus súbditos ya que tenía fama de amable y justo, pero también de triste. Su castillo era enorme, pero apenas estaba ocupado por riquezas, ya que a diferencia de otros reyes, no se dedicaba a explotar a su pueblo.

Un buen día una campesina muy hermosa llegó a audiencias:
-Mi Rey, no tengo ni oro ni nada valioso con lo que pueda pagar los impuestos, pues mis tierras llevan años que apenas dan lo justo para sobrevivir.
- No te preocupes mujer, si no tienes riquezas no tienes por qué pagar ningún impuesto.
- Muchas gracias mi señor. Permítame que le obsequie con lo único que puedo darle.
La campesina se metió la mano en la chaqueta y del lado de su corazón sacó algo...
- Con esto nunca volverá a pasar frío.
En su mano ardía un pequeño fuego mágico que no parecía quemarla. Se lo entregó al Rey, que estaba muy emocionado con tan inesperado regalo. Decidió colocar el fuego justo al lado de su trono, para poder recordar siempre como alguien que no tenía nada le entregó algo tan valioso.

Y algo maravilloso sucedió: por todo el reino empezaron a florecer las riquezas, como si el calor de ese fuego incitara a las cosechas a crecer, a los artesanos a crear bellos objetos y a los mineros les guiara hacia el oro. Y el castillo del Rey se llenó también de vida, riquezas, bellos cuadros, esculturas y tapices.

Con la riqueza llegó también la envidia de los otros reinos, que una y otra vez mandaros sus ejércitos para conquistar tan valiosa tierra. Pero los caballeros del Rey eran valientes y fuertes, y siempre hacían retroceder a los malvados.

Un buen día el Rey, que ya era feliz, estaba sentado en su trono, y en el reino se levantó una tormenta con rayos y truenos. El Rey quería disfrutar de ella y se dirigió a abrir un ventanal, pero entonces escuchó una voz salir del fuego que estaba a su lado:
- No lo abras, me dan miedo las tormentas.
El Rey no hizo caso, ¿cómo iba a hacer caso a un fuego que habla? Entonces el fuego intentó detenerle, y al agarrarle del brazo derecho le hizo una quemadura sin quererlo. El Rey, enfadado, estaba ahora más decidido que nunca, y de un fuerte golpe abrió el ventanal. Pero cuando se dio la vuelta para jactarse de su victoria ante el fuego, este ya no estaba. No sabía como ni a donde había ido, pero ya no estaba allí.

Continuará…

miércoles, 2 de diciembre de 2009

The Negativity Factor

La frase "Solo porque algo sea triste, no significa que sea verdad" me hizo pensar, y mucho... Es curioso como muchas veces sentimos (yo por lo menos) los momentos de revelación cuando estamos tristes.

Las mejores canciones, películas y novelas nos hablan de desamor, engaños, conflictos, violencia... Una buena historia no es buena si no incluye un factor negativo, que es el que le da salsa y suele ser la fuente de la moraleja. Aunque en el último momento se le de el final feliz del que tan sarcásticamente habla Hank en el vídeo.

Es como si este estado de negatividad nos diera una mayor claridad sobre las cosas, pero... ¿es esto cierto? ¿Ahora que estoy jodido las cosas que digo tienen más sentido que las que decía cuando me sentía feliz? No es una pregunta retórica, estaría muy bien que diérais vuestro punto de vista (no sobre mi, en general).

Si esto fuera así, significaría que un estado positivo altera tu percepción de la realidad... pero ¿el negativo no? Yo diría que también... porque si no eso querría decir que el mundo es un lugar muy deprimente, y eso me niego a creerlo.

Tal vez lo que trae la tristeza consigo es una mayor inspiración. Eso sí que lo puedo reconocer como cierto, pues es en los momentos bajos cuando tengo ganas de escribir cosas, de hacer algo creativo... mientras que cuando soy feliz no tengo ganas de eso, solo de disfrutar el momento. Y es verdad que tal vez siento que lo que digo ahora es más real... pero todo esto me ha hecho dudar.

Yo diría que la negatividad nos engaña... lo que realmente hace que las cosas que decimos tengan más sentido, o se acerquen más a la realidad, es la calma. Y el estar triste nos da una falsa ilusión de calma... pero el realidad estamos tan influidos por el lado negativo, como lo estamos por el positivo cuando somos felices.

¿Y cómo se cuando realmente tengo razón? Pues tal vez la gracia está en que no podemos saberlo... en tomar riesgos. Si no, todo sería muy aburrido, como una película donde todo fuera perfecto.