lunes, 29 de junio de 2009

The fallen arms syndrome

No me gusta nada llamar la atención, todo el que me conoce lo sabe. El exceso de autobombo de siempre me ha parecido uno de los peores defectos que puede tener una persona, sobre todo porque suele ser propio de gente que no merece ser reconocida o no tanto como les gustaría.

Por eso yo tiendo a ir de puntillas por ahí, haciendo las cosas sin hacer ruido ni levantar revuelos. Y esto lo considero una virtud, pero la verdad es que me estoy dando cuenta de que poco a poco se me está volviendo en mi contra. No es que quiera que se me reconozca ningún mérito en las cosas “públicas” que hago, las hago con gusto, el problema es que este defecto ha invadido también mi vida privada…

No se si soy yo, que no me hago valer, o son los demás, que ya me dan por supuesto… pero hay momentos en los que me gustaría que algunas personas sí que valoraran lo que he hecho por ellas, porque me da la impresión de que no lo hacen, al menos yo no siento que obtenga “recompensa” alguna…

Y aquí es donde llegamos al verdadero problema, que llega un momento en el que cuando te esfuerzas tanto y no consigues nada empiezas a creer que no merece la pena hacerlo y cada vez haces menos y menos…

Puede que se te ocurran mil cosas que podrías hacer por alguien… e incluso hay ganas de hacerlas, pero ya no hay fuerzas… porque lo único que piensas es que no se va a valorar, que no va a servir para nada y vas a volver a quedar como un idiota.

Y lo peor de todo es que seguramente sí que hay gente que se lo merece, o eso me gustaría pensar. Pero después de llevarte un palo tras otro… el miedo puede más… hasta la próxima vez que consiga reunir algo de fuerzas…